La nuestra era una de esas historias con fecha de caducidad.
De esas con principio de cuento y final de película. De esas que se van
degradando en el tiempo. La nuestra era una de esas historias que empiezan y acaban
en el mismo lugar. Sin darnos cuenta de que era el principio. Sin darnos cuenta
de que era el final. Una de esas historias que empiezan con una mirada, con un “no
puedo”. De esas que se viven con el estómago encogido no sabes si por nervios o
por mariposas. Con el corazón envalentonado, latiendo frenético. Sin coraza
porque la has dejado tirada en un rincón. ¿Para qué, si no me hará falta?
La nuestra era una de esas historias cortas que algunos
cuentan en dos frases y a otros les da para tres novelas. Una de esas con besos
y abrazos y paseos de la mano. Con saludos y despedidas en estaciones de tren.
Con café y cerveza. Con primeros besos. Con últimos besos. Con lugares
desconocidos. Con dos desconocidos. Porque eso éramos tú y yo, dos desconocidos
que jugaron a poder ser algo más. Que se abrazaron, que se besaron, que se tocaron…
Que caducaron.
Identificado con todo... :(
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