Cierro los ojos, me pesan. No quiero dormir. No puedo dormir. Me falta algo a lo que aferrarme cuando asalten las pesadillas. Una voz que susurre que ya pasó, que todo irá bien. Unos brazos que me sostengan y mezan mi cuerpo hasta arrastrarme a la tierra de Oniria. Unos dedos que acaricien mi espalda y calmen los miedos. Y, lamento decirte, ya no me valen de cualquiera.
domingo, 19 de junio de 2016
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