viernes, 22 de enero de 2016

De monstruos y otros miedos.




A veces tenemos cosas tan arraigadas, tan dentro, que cuesta un mundo sacarlas, cambiarlas...
Para alguien que no sabe que esas cosas condicionan tu forma de ser y actuar, puede ser complicado entender porqué actúas de esa forma.
Te acostumbras a que la gente se porte contigo de una manera y crees que todos van a hacerlo igual.
Desconfías de quien te trata bien porque crees que tiene algún interés o segundas intenciones, que solo será otro que quiere reírse de ti.
Alejas a la gente que te quiere y te trata bien porque crees que acabarán haciéndote daño. En el fondo sabes que no es así, no en tu cabeza.
Te encierras en una coraza. Nadie entra, nada sale. No te abres, tienes miedo de hacerlo y darles la oportunidad de destruirte. Miedo. Domina tu vida en todos los ámbitos. Miedo de ser tú mismo. Miedo al rechazo, al que dirán, a que se rían, que te hagan daño. Miedo de ser un estorbo, de molestar, de que te traten bien por compasión, por quedar bien, por compromiso. Miedo de ser una puta obra de caridad, la buena acción del año. Miedo de dejar ver lo que hay dentro de ti para que no puedan jugar con ello ni utilizarlo para herirte.
Porque en tu cabeza no vales nada. No sirves para nada. Llevas tanto tiempo creyéndolo que se convierte en tu única realidad. No le importas a nadie, no le interesas a nadie. En ningún sentido. Da igual cuántas veces te digan que no es verdad, cuantas veces te lo demuestren. No puedes creerlo ni verlo. No dejas que nadie te vea de verdad. Llevas una máscara día y noche. Te escondes del mundo en tu rincón, allí nada te hiere.
Esperas siempre el siguiente golpe. Esperas que no duela demasiado. Esperas que sea diferente. Esperas, pero sabes que no será así.
No buscas aprobación, sólo que te dejen pasar, que te ignoren, ser un fantasma, invisible. Intentas no destacar, pasar desapercibido. No crees que nadie pueda fijarse en ti. ¿Cómo van a hacerlo? Nadie vendrá a salvarte y tu solo no puedes. Todas esas cosas te arrastran, te arrasan, de nuevo al fondo, roto, herido, destrozado.
Sigues en tu rincón seguro y, de vez en cuando, lloras. Más a menudo de lo que te gustaría. Tratas de sacar todo lo que llevas dentro. Y, a veces, crees que lo has conseguido. Pero vuelve el miedo, la inseguridad y eso que creías que ya no estaba ahora es más fuerte. Y aprovechas, escondido detrás de un avatar, a desnudarte cuando nadie te lee. Y esperas, esperas que no se vuelva en tu contra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por leer.

Un café con Sara

Quedé con Vanessa en El Café de la Luz a las cinco. Llevaba semanas hablando con ella, preparando la cita para una de sus próximas visitas...