viernes, 22 de enero de 2016

Escucha.


Siéntate, tranquila. Cierra los ojos y respira despacio. Este es un viaje extraño. Un viaje sin destino ni duración determinada. Un viaje sin moverte del sitio. No hables, no digas nada, sé que suena raro, pero pronto lo entenderás todo.
Deja la mente en blanco, te prometo que no será fácil y, aviso, puede doler. Busca esa vocecita que hace eco dentro de ti. ¿La oyes? Escúchala, es muy sabia. Va a decirte cosas que no te gustarán, ella no es de regalar los oídos ni decirte lo que quieres oír. No, ella no se anda con chiquitas ni remilgos. Ella es sincera, como deberías ser tú contigo misma.
No pidas ayuda, esto tienes que hacerlo sola. La bofetada de realidad duele, pero aprende de ella, te hará mejor. Haz caso a esa vocecita, la muy jodida suele tener razón, aunque, a veces, sus formas de llamar la atención y hablar no son las más adecuadas, pero qué le vamos a hacer...
Tú atiende, escucha, respira y aprende. No hay forma de suavizar el golpe, pero, creeme, esto evitará golpes más fuertes. Ella te guiará, te ayudará, es ese punto luminoso en medio de la oscuridad, la calma cuando acaba la tempestad. O, quizá sea más correcto decir que ella es la tempestad que precede a la calma, esa que llega después de vislumbrar el camino, cuando ya sabes dónde quieres llegar. Puede que no sepas cómo, puede que el camino sea arduo, que tropieces, que caigas, que te pierdas, pero ahora ya sabes cómo encontrarlo de nuevo. Sólo siéntate, cierra los ojos, respira y escucha.

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