miércoles, 27 de enero de 2016

De musas y café frío.


He dado otro sorbo a mi café, ya está frío, pero paso de levantarme a calentarlo, seguro que la musa se me escapa si aparto la vista. Últimamente se fuga a la mínima de cambio, en cuanto me despisto, desaparece y tarda en volver. Todo se resiente, las letras, la vida, todo. Es sombrío, difuso y carente de sentido. Como si funcionara a marchas forzadas. Ella me calma o, tal vez sea esa forma suya de hacerme sacar lo que llevo dentro y no sé expresar de otra manera. El amor, la rabia, el dolor, las ganas... Ella lo hace fácil, lo hace brotar, como si vomitara las emociones en letras y las plasmara en un papel dándoles dorma bonita. Quizá por eso aprendí a que me gustara el café frío.

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